Educación
/ Federico Johansen
El
sentido de la educación
Que la comodidad se convierta en uno de los valores
que guían la vida de los jóvenes es un error que escuelas y docentes
no deberíamos fomentar ni permitir.
Creo que uno de los grandes errores en que
hemos caído las escuelas, en general, y los docentes, en particular,
es que hemos dejado de "incomodar" a nuestros alumnos.
Cada vez les damos las cosas más
masticadas. Basta con mirar los manuales actuales y los de hace algunos
años. Cada vez les facilitamos más las cosas, por ejemplo
en la manera de rendir exámenes cuando no aprueban la materia
durante el año. Cada vez les permitimos que se sienten de una
manera más recostada. Les permitimos que escriban con cualquier
color, que no usen uniforme, que traigan cualquier carpeta, que lleven
el pelo del color y largo que les guste, que usen aros donde se les
ocurra, por sólo citar unos pocos ejemplos superficiales. Y yendo
un poco más a lo profundo, cada vez exigimos menos en el aspecto
académico, aprobamos con menos contenidos, permitimos más
faltas de ortografía, damos más oportunidades para recuperar
y consideramos cada vez más las circunstancias particulares.
Resumiendo: nuestros alumnos cada vez están más cómodos
y el costo de las pequeñas incomodidades que les provocamos no
es suficiente para que decidan abandonarlas.
Hemos hecho el trabajo al revés: en
vez de prender el aire acondicionado les hemos puesto la calefacción.
Ni siquiera nos hemos quedado quietos: nos hemos movido en el sentido
opuesto al que deberíamos haberlo hecho.
Para poder "salvar al hombre",
es decir, comenzar a vivir los principios ecológicos pero aplicados
al hombre, lo primero que debemos hacer es cambiar de óptica:
nuestro objetivo debe ser que nuestros alumnos aprendan, no que estén
cómodos. No los sobreprotejamos nosotros. Bastante, pobres, ya
tienen, con la sobreprotección de la que hablé en las
notas anteriores de esta serie y que les brindan sus familias y la sociedad.
No caigamos en esa trampa. Si merecen 8 puntos, califiquémoslos
con 8 puntos. Y si merecen 2, con 2. Creo que para la autoestima de
alguien es más destructivo sacarse un 7 cuando sabe que se merece
un 4, que sacarse un 4 como corresponde.
Cambiada la óptica, las pautas particulares
son sencillas: basta seguir las reglas. Incomodarlos lo suficiente para
que sea más rentable estudiar que no estudiar, traer la tarea
que no traerla, ser prolijo que desprolijo, asistir a la escuela que
faltar. A veces me da pena cuando hay alumnos que se llevan 11 materias
y las aprueban todas en diciembre: me parece un pésimo ejemplo
para los que no se llevaron ninguna. Quizá esa sea una de las
causas que hagan que cada vez más alumnos se lleven materias.
Por ejemplo, ¿qué pasaría si por llevarse más
de 5 materias a examen el alumno debiera hacer un curso especial en
enero? ¿Creen ustedes que habría tantos repitentes como
ahora? Estoy seguro de que no. ¿Qué sucedería si
sólo existiera la posibilidad de tener 3 inasistencias al año
que no fueran por enfermedad? Creo que, paradójicamente, habría
menos alumnos libres. Poco a poco irán sintiendo en carne propia
que ser responsables no sólo es más cómodo sino
mucho más agradable que no responsabilizarse por sus actos. Poco
a poco podrán quitarse esa coraza que les pusimos los adultos
y que no permite que salgan esos ideales magníficos que hacen
eclosión en la adolescencia.
Poco a poco, apoyados en su propia comodidad,
los iremos sacando de esa comodidad paralizante, que les impide ver
y sentir lo agradable que es la vida.
En resumen, si queremos que nuestros alumnos
abandonen la cultura de la comodidad, utilicemos esa misma cultura como
medio, pero claramente no como fin. Pongámoslos incómodos.
De esa manera, estaremos generando personas responsables y conscientes.
Y pondremos nuestro granito de arena, desde la escuela, para salvar
al hombre.
© Economía para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)
Federico Johansen es Licenciado en Ciencias de la Educación (UBA).